viernes, 25 de febrero de 2011

El Mundo

Mil años atrás, el ángel Raziel mezcló su sangre con la sangre de los hombres y creó la raza de los nefilim. Mitad ángeles, mitad humanos, caminan entre nosotros, invisibles pero omnipresentes. Su misión es protegernos. 
Se llaman a sí mismos cazadores de sombras.  
Los cazadores de sombras obedecen las leyes escritas en el Libro Gris que les dio el Ángel: su misión es proteger nuestro mundo de los parásitos interdimensionales a los que llaman demonios, quienes viajan de mundo a mundo destruyendo todo lo que encuentran a su paso. Además, suya es la tarea de mantener la paz entre los conflictivos subterráneos: mitad demonios, mitad humanos, conocidos comúnmente como brujos, vampiros, hombres lobo y hadas. 
Sus fieles ayudantes son los misteriosos Hermanos Silenciosos. Con sus labios y ojos sellados, los Hermanos Silenciosos dirigen la Ciudad de hueso, una necrópolis situada bajo las calles de Manhattan que alberga los cadáveres de los cazadores de sombras. Los Hermanos Silenciosos guardan el registro de todos los cazadores de sombras que jamás han existido. Además, se encargan de custodiar los Instrumentos Mortales, tres objetos divinos que el ángel Raziel legó a sus hijos. Uno es una espada. El siguiente un espejo. Y el tercero, una copa.  
Durante mil años, los nefilim siempre habían protegido los Instrumentos Mortales. Hasta que empezó la guerra civil que estuvo a punto de destruir el mundo secreto de los cazadores de sombras. Aunque Valentine, el líder del grupo de rebeldes, lleva años muerto, las heridas que dejó a su paso no han cicatrizado todavía.  
Hoy hace quince años desde que terminó la guerra. Es agosto en Nueva York y las calles parecen derretirse bajo el calor sofocante. En el submundo se rumorea que Valentine ha vuelto, seguido por un ejército de soldados olvidados.  
Y la Copa Mortal acaba de desaparecer…  

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